sábado, 20 de septiembre de 2008

Grandes relatos: Kek también es una bleda



Aril se cayó por la ventana.

Siete pisos. El impacto le fracturó gravemente una pata, la mandíbula y el paladar. Minicuqui la vio estrellarse contra el suelo. Bajó las escaleras corriendo, descalza y en pijama como estaba, y la recogió. Aril estaba sangrando y casi muerta. Una pareja joven se acercó a ellas y se hizo cargo de la situación; las subieron a su coche y las llevaron a una clínica especializada en felinos, no muy lejos de casa. Se trataba de un hombre y una mujer vestidos con ropas obviamente caras, conduciendo un coche de lujo. No es el tipo de persona que uno espera que se pare a auxiliar a un gatito herido.

Martín, el veterinario, salía de viaje, pero había pasado por la clínica un momento. Se hizo cargo de Aril. Suspendió sus vacaciones y la operó en un domingo por la mañana.

Ya han pasado tres semanas de esto, Aril se está recuperando de un modo asombroso. No le quedarán secuelas.

Lloré por Aril, lloré mucho cuando creía que estaba muerta. Soy una bleda.